Llegamos sin buscar llegar. Nos llevo el hambre en una tarde de verano en la que no quisieron atendernos. Gracias!.
El lugar es pequeño acogedor y la propuesta sencilla… reminiscencia de los pequeños bares del viejo París.
Una tabla de quesos donde descubrí un roquefort de cabra excelente, y una ensalada de burrata en su punto.
Carta de vinos por copa muy muy recomendable, a nosotros nos acompañó un excelente Cabernet Franc.
Un momento suave, rico, divertido, transparente, justo!. De esos momentos que se guardan en el corazón.
(Bar du Marché: Nicaragua. 5946, Palermo)
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